B y yo sabíamos que Londres iba a ser un paso en nuestra vida, algo que terminaría, que no podía ser para siempre y que en un plazo de 1 a 3 años volveríamos para comenzar la siguiente etapa, no mejor ni peor, pero diferente.
Han sido 2 años de felicidad, los dos mejores de estos casi 30 que llevo en el planeta, donde hemos conocido a gente increíble y diferente, hemos aprendido a entender diversas culturas, hemos madurado nuestro paladar para sabores que jamas esperábamos comer. También hemos aprendido a vivir juntos, a montar una vida nueva desde cero entre los dos y conseguir muchas metas sin la ayuda de nadie.
Dos años de esfuerzo, de madrugones para ir a trabajar, paseos por la orilla del Támesis, por el casco antiguo de la ciudad mas increíble del mundo, de tardes jugando a juegos de mesa con nuestros amigos, de noches en nuestra mansión de Mortimer Crescent y de autobuses, eso si, muchísimos autobuses.
Escribo estas frases a modo de punto final, con tristeza, desde España, habiendo dejado atrás tantos momentos geniales, visitas a pueblecitos y palacios alrededor de Londres, de fines de semana en ciudades de la costa, de tardes paseando por el lado Este, de visitas familiares y amigos con las camas hinchables ocupando todo el salón, de planes improvisados en lugares a decenas de kilómetros de casa...
Dejo atrás un trabajo que me llenó, que me hizo sentir importante, pleno y lleno de motivación que me ayudará a mejorar en Madrid, repleto de amigos que serán parte de nosotros para siempre, de tardes en los pubs jugando al billar después del curro, de un viaje increíble a Kansas City y de un viaje tremendo por la isla británica con B.
B también ha sacado cosas buenas de esta experiencia. Ha conseguido madurez, independencia, confianza, adaptación y sobre todo inglés, cosa que le va a servir mucho en Madrid.
Dejamos atrás la comida infinita del Pret a Manger, las fiestas mensuales de empleados, los parques londinenses, museos y exposiciones, los barrios pijos y los barrios chungos, los increíbles mercadillos de comida de Broadway y de Borough, las cenas en el Pizza Express en los 'días de la pizza', el Poundland, el Primark, el Sainsbury's (que penita!) el Tesco Express y las baristas del Starbucks del barrio.
Pero sobre todo, lo que dejamos atrás es esa sensación que alguien que nunca vivió fuera, nunca entenderá: la sensación de libertad, de sentirse emocionado y orgulloso de estar allí, de sentirse plenamente londinense.
Con esto, damos por cerrado Mi Lugar Encendido, dejando un documento escrito de nuestra aventura, nuestras peripecias y nuestra vida fuera de casa. Miles de gracias a todos los que participasteis en esta etapa con nosotros aquí, los que vinísteis a visitarnos, los que compartisteis nuestra experiencia en la gran ciudad y por supuesto los que leísteis cada linea de este blog.
Gracias y Hasta Siempre.
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