lunes, 24 de febrero de 2014

Un fin de semana en Dover

Sin animo de ofender, podemos resumir Dover en un par de frases: gente rara y acantilados.

Llegamos el sábado al medio día y nos instalamos en el hotel Premier Inn que se sitúa entre el paseo marítimo y los acantilados blancos (White Cliffs) que se levantan delante del puerto donde los ferrys llegan desde Calais cada 5 minutos.

Paseo Maritimo de Dover, con nuestro hotel al fondo.

Lo primero que hicimos fue dejar la mochila en el hotel y pasear por el paseo marítimo para conseguir llegar al centro de la ciudad, donde supuestamente encontraríamos algo que comer... tras un rato andando, nos plantamos en la High Street de la ciudad y descubrimos que ademas de un montón de gente rara por la calle, lo único que apetecía entre la escasa oferta de restaurantes, era un McDonald's, así que hicimos la de siempre.

Tras comer, hicimos probablemente el paseo mas característico que se puede hacer aquí, el cual disfrutamos muchísimo: andamos hacia el faro que se encuentra en un espigón en la zona oeste de la 'playa' donde decenas de pescadores intentan capturar algún salmonete radioactivo y luego caminamos todo el camino que lleva hasta lo mas alto de los acantilados en la zona este, las famosas White Cliffs de Dover, donde estuvimos hasta que se nos hizo de noche.

Una imagen no puede expresarlo.

Tras volver a bajar las colinas de los acantilados y descubrir que desde este lado se puede apreciar la costa francesa en el horizonte, nos volvimos al hotel, descansamos un poco y salimos cenar.

Aunque nunca recomendaría Dover, nuestro fin de semana mereció la pena.

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