Sin animo de ofender, podemos resumir
Dover en un par de frases:
gente rara y
acantilados.
Llegamos el
sábado al medio día y nos instalamos en el hotel
Premier Inn que se sitúa entre el paseo marítimo y los acantilados blancos (
White Cliffs) que se levantan delante del puerto donde los
ferrys llegan desde Calais cada 5 minutos.
|
Paseo Maritimo de Dover, con nuestro hotel al fondo. |
Lo primero que hicimos fue dejar la mochila en el hotel y
pasear por el paseo marítimo para conseguir llegar al centro de la ciudad, donde
supuestamente encontraríamos algo que comer... tras un rato andando, nos plantamos en la
High Street de la ciudad y descubrimos que ademas de un montón de gente rara por la calle, lo único que apetecía entre la escasa oferta de restaurantes, era un
McDonald's, así que hicimos la de siempre.
Tras comer, hicimos probablemente
el paseo mas característico que se puede hacer aquí, el cual disfrutamos muchísimo: andamos
hacia el faro que se encuentra en un espigón en la zona oeste de la 'playa' donde
decenas de pescadores intentan capturar algún salmonete radioactivo y luego caminamos todo el camino que lleva hasta
lo mas alto de los acantilados en la zona este, las famosas
White Cliffs de Dover, donde estuvimos hasta que se nos hizo de noche.
|
Una imagen no puede expresarlo. |
Tras volver a bajar las colinas de los acantilados y descubrir que
desde este lado se puede apreciar la costa francesa en el horizonte, nos volvimos al hotel, descansamos un poco y salimos cenar.
Aunque
nunca recomendaría Dover, nuestro fin de semana mereció la pena.